jueves, 25 de diciembre de 2014

Lo depositó suavemente en sus manos, acariciándolo con la ternura de una madre que acaricia por primera vez a su hijo, con la ilusión de una niña que sostiene entre sus bracitos esa primera muñeca, con el temblor que recorre el cuerpo enardeciéndolo con el primer beso, con el dolor de un abandono sin razón... Todas las emociones las recibía con un sentimiento dulce y amargo que la atraía atemorizándola.

Ya era tiempo. Anduvo, recorriendo el camino de vuelta, despacio, intentando prolongar un instante más ese tiempo que llegaba a su fin. Acostada de nuevo, recibiendo por última vez la suave caricia de sus sábanas de hilo, abrió por fin el sobre. Una lágrima brotó de sus ojos, de nuevo rejuvenecidos, que no podían ocultar un tiempo pasado que se fundía con el presente, siendo ya uno, para desaparecer. Sonrió mientras la envolvía el sueño eterno del que ya no podría despertar.

¿Qué haces aquí? No te he invitado.- La voz temblorosa apenas abandonaba las cuerdas que le daban identidad.
- ¿Quién tú a mi? ¿Te has olvidado de nuevo quién es el dueño? No oses dirigirte a mí. Cuando yo hable tú sólo puedes escuchar, ¿lo entiendes estúpido incompetente?
- Tú no eres nadie, ¿me oyes? Tú no eres nadie.-gritaba a un auditorio vacío, inmerso en la quietud de una habitación sin más vida que él mismo. Tenía que echarlo, no podía permitir que de nuevo se apoderara de él.
- ¡Qué pronto olvidas! Yo soy quien te guía, quien te indica el camino.
- ¡Vete! ¡Desaparece! ¡Déjame vivir!
- ¡Pero qué sabrás tú qué es vivir! Sin mí apenas eres un estertor de vida. Yo te muevo los hilos, te digo a dónde ir, cómo llegar, con quién te puedes cruzar…
-¡No! ¡Déjame! Tú me hundes en el abismo y no quiero caer de nuevo. Por favor-decía suplicante, lloroso- por favor déjame vivir.
- Por favor, por favor… Ja, ja, ja… ¡Eres patético!
- No te oigo, no puedo oírte, no debo oírte. Pondré música. La música acallará tu voz.
- Pobre ingenuo. ¿Aún crees que estoy cerca de ti, alrededor tuyo, que puedes cerrarme la puerta con los sonidos de unas notas que nunca enmascararán mi voz? Mi voz que surge desde tu alma, mi voz que es la única realidad que te alimenta, mi voz que te ha llevado hasta…
- ¡Calla!- Las lágrimas empañaban unos ojos desvaídos, mediocres desteñidos de lucidez. Unos ojos que se borraban, que se desdibujaban en sombras y que, irónicamente, se hacían más opacos para renacer a una realidad distorsionada, dirigida desde su yo más oscuro y así alcanzar la luz mortecina de la locura.

Whatsapp messenger

Al alba todo terminará, pensaba el caballero mientras esgrimía la empuñadura de su espada, apoyada en el gélido mármol que le atenazaba a una amenazadora, nublada, borrosa y eterna realidad. Aferrado a ella como el cordón umbilical sostiene la vida de un no nacido, inmóvil, silente, inmerso en un desdén del que no puede WhatsApp JAVA.


Solo, en la inmensidad del silencio oscuro. Ante si, su juez más severo. Se había enfrentado a mil y un enemigos, nunca temió por su vida, pero su enemigo ahora es él. Ni el arrojo, ni la valentía le podrían liberar esa noche de si WhatsApp JAVA.

Arropado por la capa del desdén tejida por unos ojos que jamás le volverán a mirar, es incapaz de soportar el frío que anida en su interior vacío de sentimientos, extirpados por la guadaña de un desamor que lo condena inexorablemente a la soledad eterna. El sonido es la nada. El silencio un abismo que lo atrapa y conduce a un mundo del que no puede escapar, lo acerca tanto a sí que ni la lucha más feroz puede alejarlo de sus eternos Whatsapp messenger olvidados por lejanos. Después de esa noche solo la noche le espera.

Por el rosetón de la capilla se cuela un rayo de luz. La luna herida derrama su líquido vital rasgando el manto oscuro de la noche salpicado de brillantes, rubíes y zafiros que pronto se desdibujarán con el alba. Pero su oscuridad avanza con esa su noche, la más larga, la más oscura. Ni las estrellas, otrora guía y salvoconducto, le pueden ya indicar el aqui.

Al alba será caballero, pero qué lejos está el alba. La nada se aúna, el silencio se arremolina y de la niebla profunda surgen los fantasmas que tanto teme: Sus recuerdos. Intenta ahuyentarlos. Esgrime su espada olvidando que está en terreno sagrado. Como un loco corre tras ellos sabiendo que sólo son una quimera. Quiere destruirlos, borrarlos, sin comprender que lo vivido siempre le acompañará como sombra alojada en uno.

Desde un lejano rincón se oyen risas. El sonido le llega confuso, apenas un murmullo que va creciendo hasta hacer temblar las columnas que lo rodean: - ¿Quién es? ¿Quién anda ahí? – grita con una voz apenas reconocida. Nadie contesta y la risa lo inunda todo. De la neblina surge un grupo de niños, en el centro uno esgrime una rama de olivo y grita: